domingo, 22 de noviembre de 2009

Acerca de Carmen Martín Gaite 7

Releyendo las notas que había tomado en aquel curso de doctorado sobre psicoanálisis aplicado al estudio de los textos medievales, se encontró con la paradoja, que V. C. había subrayado, de que el propio Lacan se dedicó a analizar obras literarias, pese a la imposibilidad teórica de aplicar el psicoanálisis a la interpretación de las mismas, cosa que, al parecer, reconocía. También topó con algo que, de pronto, la hacía vacilar acerca de su propósito en relación con aquello que estaba escribiendo. V. C. siempre decía cosas que, de tan rotundas como sonaban y tan bien argumentadas como estaban, lo dejaban a uno sin capacidad de pensar en otras posibilidades. En aquel curso, por ejemplo, estableció una diferencia neta entre el "acto creativo" y el "acto crítico". "La crítica - decían las notas que había tomado - exige una teoría". Esto lo había sacado V. C. de Gadamer, un filósofo al que citaba a menudo y que, en el contexto de aquellas exposiciones brillantes, ocupaba en su imaginario de discípula entregada más o menos el lugar del Oráculo de Delfos. Forzoso le era confesar, sin embargo, que nunca había leído a Gadamer, pese a que había llegado a comprar un libro suyo por puro mimetismo. Demasiado hermético para quien ya estaba un tanto desanimada ante el trabajo académico. En fin, lo que, según V. C., venía a decir Gadamer era que la función del crítico consistía en preguntarle al texto y para ello debía inscribirse en un sistema teórico. La aplicación de una teoría no era, por lo tanto, un menoscabo del texto; servía para que el texto hablara: si no había teoría, el texto guardaba silencio. Releía aquellas notas y tal afirmación le seguía sonando como la única verdad. ¡Qué curiosa la influencia que ejercían en uno sus maestros más allá de su caída como mitos! Y el caso es que aquella verdad incuestionable se venía abajo vencida por el poder de las casualidades y los signos. No necesitó una teoría. El texto le habló desde un lugar distinto, un lugar inabordable desde la ciencia o la erudición. Le habló a ella personalmente, de un modo que sólo ella podía escuchar y comprender.

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